¿Bailas al ritmo de la hormona?
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Cómo intervienen en nuestras decisiones sexuales inconscientes.
Todas sabemos quemes con mes las hormonas suben y bajan de nivel.Lo notamos en la menstruación y en ocasiones, en el síndrome premenstrual, dolores de cabeza, mareos, sensibilidad en los pechos y otros malestares más. Pero, ¿Sabes qué otros efectos tienen las hormonas?
Regidas por la luna
Hay muchos factores que influyen en nuestros ciclos menstruales. Las dietas, el estrés los cambios de residencia a otro país con otra altura, clima y horario....y también el contacto con más mujeres, el olor de un solo hombre y la luna.
Parece que entre mujeres tenemos una especie de comunicación más allá de la verbal que logra que nuestros cuerpos se regulen a un mismo ritmo. Sí, cuando un grupo de mujeres conviven todo el tiempo por periodos prolongados, terminan por menstruar al mismo tiempo. ¿Curioso no? Pero podríamos preguntarnos al ritmo de quién se acoplan. La respuesta es: al de ninguna. Se acoplan a la luna. Las menstruaciones suelen presentarse hacia la luna nueva y la ovulación se da cuando la luna está llena.
El efecto que tiene la luz de la luna, o en su defecto la artificial, fue probado hace algunos años en un estudio realizado en cerca de 2 mil mujeres con ciclos irregulares. Estas mujeres durmieron junto a un foco encendido durante los 3 días que supuestamente debían corresponder a su ovulación y el resultado fue que la mitad de ellas presentó ciclos regulares de 29 días después del tratamiento.
La luna y la luz, reguladores del ciclo menstrual
El olor masculino puede tener un efecto similar. Cuando una mujer huele constantemente al mismo hombre suele tener ciclos más regulares. Y más curioso aún, las púberes que sólo conviven con mujeres tienden a desarrollarse más tarde que las que están en contacto cotidiano con hombres. ¿Sus olores y presencia estimulan nuestras hormonas?
Hormonas y atracción
Rara vez nos damos cuenta, pero la realidad es que nuestros gustos cambian dependiendo del momento del ciclo en que el que nos encontramos. Punto que sería útil que supieran los hombres, así, si no les hacemos caso en una ocasión, pueden hacer un segundo intento unos días después en el que quizá corran con mejor suerte.
Obviamente todas tenemos gustos distintos, los podemos preferir altos, fornidos, flacos o morenos, de facciones más finas o más cuadradas, pero aún así, según estudios japoneses y escoceses, cuando estamos más cercanas a la ovulación, es decir, en un momento fértil, nos llaman más la atención los hombres de rasgos más masculinos . Mientras que cuando estamos menstruando o cerca de ese momento, tenemos una mayor preferencia por los hombres con rasgos más femeninos. Lo que confirma estos hallazgos es que las mujeres que toman anticonceptivos hormonales no presentan ese cambio, se sienten atraídas por cualquiera de estos hombres de manera constante.
Según los encargados de los mencionados estudios, el cambio se debe a una cuestión biológica que hace que los rasgos masculinos sean vividos como una mayor probabilidad de tener hijos más sanos y fuertes, lo que de manera instintiva nos hace pensar que nuestros hijos nacerán sanos. Pero en los momentos no fértiles preferimos hombres de rasgos más femeninos porque nos parecen más cooperadores, cariñosos e inspiran más confianza, lo que los convierte en mejores candidatos como compañeros que ayuden a criar a esos hijos.
El cambio hormonal también produce efectos en ellos. Nuestro olor cambia a lo largo del mes, y a los hombres les llama más la atención cuando estamos cercanas a la ovulación que en otros momentos, además de que nuestro rostro les parece más luminoso y atractivo.
Introvertidas o extrovertidas
Dice Christiane Northrup en su libro Cuerpo de Mujer, sabiduría de mujer que la sapiencia interna nos lleva estar más enfocadas a nosotras mismas en la segunda mitad del ciclo y más creativas y volcadas a lo externo y lo social en los primeros 15 días. Quizá una de las manifestaciones de esto es que cambiamos nuestra manera de vestir. Durante el periodo fértil mostramos más piel, usamos minifaldas, blusas de tirantes, escotes o mangas cortas, mientras que en otros momentos tendemos a cubrirnos más. Lo cual, además de nuestro olor y los cambios en la cara, podría atraer un mayor número de miradas masculinas. Y digo miradas y no mirada, porque afirman estudios que en el periodo fértil, al menos en nuestras fantasías, buscamos una mayor variedad. No sólo se eleva el deseo sexual alrededor de la mitad del ciclo, sino que además las fantasías sexuales suelen enfocarse, de un 65 a un 80 por ciento más que en otros momentos del ciclo menstrual, a otros hombres diferentes a la pareja. Esto se interpreta como una búsqueda de nuevos y mejores genes con los que pudiéramos unir los propios.
Es curioso, pero en el mismo momento en que somos más extrovertidas, nos vestimos más llamativas y fantaseamos con otros prospectos, ellos se sienten más atraídos y los pequeños detalles como flores, llamadas telefónicas, invitaciones a cenar o muestras de afecto y romanticismo aumentan.
La tarea reguladora de las hormonas va más allá de la reproducción y la conducta sexual: influyen el estado de ánimo y el sueño.
Los hombres también
Nosotras tenemos ciclos en los que nos suben y bajan los niveles hormonales cada mes, pero los hombres no están exentos de ello. Tienen ritmos distintos, cierto, pero también viven cambios que incluso afectan sus pensamientos y reacciones emocionales. Según Jed Diamond en su libro La menopausia masculina, dice que los hombres tienen 5 ciclos. Uno que se presenta cada hora, otro que se manifiesta a lo largo del día, un tercero que es mensual y varía de hombre a hombre, uno anual y del ciclo de la vida. En el ciclo de una hora, los hombres experimentan subidas y bajadas de testosterona cada 15 minutos. Rara vez reparan en ello, pero esta hormona asociada al deseo sexual, puede ser, según algunos expertos, la responsable de que imágenes sexuales irrumpan sus pensamientos con cierta periodicidad, además de que es posible que también se relacionen con arranques repentinos de ira, depresión o cansancio.
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