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No cabe duda que en la actualidad cada vez más mujeres nos sumamos a la fuerza laboral y con ello contribuimos al ingreso familiar. Sin embargo, se requiere de mucha madurez por parte de nosotras y de nuestra pareja para que esto no signifique un problema, sobre todo si nuestro sueldo es mayor.
En las buenas y en las malas...
Quizá antes parecía imposible concebir la idea de que una mujer gane más que su esposo, o que ella aporte para el sostenimiento económico del hogar, o que ambos colaboren con los quehaceres de la casa, pero actualmente ya no es tan descabellado.
Matrimonio además de amor, significa también apoyo, en las buenas y en las malas. Nuestra pareja jamás perderá su valor si percibe un sueldo más bajo que el nuestro, o si ayuda a preparar la comida, al contrario; una relación se fortalece cuando hay comprensión y comunicación por ambos lados.
Cuando ambos trabajan...
No compitas. Recuerda que no se trata de una competencia. Así como debes sentirte orgullosa por tu puesto y sueldo, sea cual sea, debe ocurrir lo mismo con el de tu pareja.
Reconozcan sus logros. Por pequeños que puedan parecer, es importante que motives a tu pareja en todo lo que realice, y de igual manera él debe apoyarte a llevar a cabo tus metas.
Piensa en un beneficio mutuo. No te enojes cuando se requiera que tú respondas económicamente por más cosas. El hecho de que él sea el hombre no quiere decir que tenga que ser el único sustento y que siempre será autosuficiente. Se trata de apoyarse en todo momento.
Administra el tiempo. Distribuye los quehaceres y las tareas del hogar. Cuando ambos trabajan, es imposible y demasiado cansado que sólo tú te encargues de todo. Lo mejor es que platiquen y lleguen a un acuerdo en donde ambos resulten recompensados de igual manera.
No permitas que se acaben los detalles. El hecho de que ahora tú también trabajes no quiere decir que tú eres menos mujer, menos femenina, o que tú dejes de ser una dama y tu esposo un caballero. Recuerda, ¡la caballerosidad y la femineidad jamás pasarán de moda!
Y no olvides...
Para que un matrimonio funcione se requiere de dos; que ambos se ayuden, se tengan confianza, se comuniquen, se valoren, se den libertad y sobre todo, que se amen y se lo hagan saber a cada instante.
En las buenas y en las malas...
Quizá antes parecía imposible concebir la idea de que una mujer gane más que su esposo, o que ella aporte para el sostenimiento económico del hogar, o que ambos colaboren con los quehaceres de la casa, pero actualmente ya no es tan descabellado.
Matrimonio además de amor, significa también apoyo, en las buenas y en las malas. Nuestra pareja jamás perderá su valor si percibe un sueldo más bajo que el nuestro, o si ayuda a preparar la comida, al contrario; una relación se fortalece cuando hay comprensión y comunicación por ambos lados.
Cuando ambos trabajan...
No compitas. Recuerda que no se trata de una competencia. Así como debes sentirte orgullosa por tu puesto y sueldo, sea cual sea, debe ocurrir lo mismo con el de tu pareja.
Reconozcan sus logros. Por pequeños que puedan parecer, es importante que motives a tu pareja en todo lo que realice, y de igual manera él debe apoyarte a llevar a cabo tus metas.
Piensa en un beneficio mutuo. No te enojes cuando se requiera que tú respondas económicamente por más cosas. El hecho de que él sea el hombre no quiere decir que tenga que ser el único sustento y que siempre será autosuficiente. Se trata de apoyarse en todo momento.
Administra el tiempo. Distribuye los quehaceres y las tareas del hogar. Cuando ambos trabajan, es imposible y demasiado cansado que sólo tú te encargues de todo. Lo mejor es que platiquen y lleguen a un acuerdo en donde ambos resulten recompensados de igual manera.
No permitas que se acaben los detalles. El hecho de que ahora tú también trabajes no quiere decir que tú eres menos mujer, menos femenina, o que tú dejes de ser una dama y tu esposo un caballero. Recuerda, ¡la caballerosidad y la femineidad jamás pasarán de moda!
Y no olvides...
Para que un matrimonio funcione se requiere de dos; que ambos se ayuden, se tengan confianza, se comuniquen, se valoren, se den libertad y sobre todo, que se amen y se lo hagan saber a cada instante.
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